Pablo Kornblum en Revista Acción – Junio de 2017http://manuelalfieri.wixsite.com/mundanas/single-post/2017/05/05/Trump-bajo-la-lupa
1) Trump intentó llevar a cabo su programa de campaña en los primeros meses de su presidencia; el problema con el cual se encontró es la institucionalidad política misma. Los mecanismos de contralor, institucionales, de consenso o disenso político le crearon muchas barreras (tuvo que dar marcha atrás con la eliminación del Obamacare y dejo en Stand-By el muro fronterizo, para citar dos ejemplos que eran ejes centrales previo a las elecciones), lo que lo obligó a ‘correrse’ hacia el pragmatismo y tener que, simplemente, dedicarse también a hacer política. De allí que este hombre que nunca ocupó previamente un cargo público y sentenciaba permanente que él era lo “nuevo y diferente”, se asemeje – más que se diferencie -, a sus antecesores.
2) Tanto como en la discursiva doméstica, en la arena internacional buscó previo a las elecciones un aliado estratégico de turno como Rusia, y un rival de mediano/largo plazo como China. La realidad es que los obstáculos en los Estados Unidos lo llevaron a desarrollar rápidamente una agresiva política exterior tratando, con la siempre redituable impronta nacionalista, de aglutinar apoyos de diversos sectores. Sin embargo, ello implicó un ninguneo a la OTAN en el ataque a Afganistán (aunque hace pocos días Trump cambio su posición una vez más y dijo que la Alianza no es “obsoleta”), una disputa con Rusia por el bombardeo en Siria, y un acercamiento a China resaltando las complementariedades económicas. En definitiva, el escenario a futuro de la política exterior se encontrará embebido de dinamismo e imprevisibilidad.
3) Existe un discurso proteccionista, que no siempre va en concordancia de su propia lógica empresarial trasnacional, pero que le ha permitido ganar las elecciones y fortalecer su núcleo duro. En este sentido, en las últimas semanas, ha vuelto a resaltar en antiguos polos industriales del centro de los Estados Unidos la decisión política de prohibir la importación de materias primas y productos, como así también de generar obstáculos para con la inmigración (de todo tipo, inclusive la calificada). Y también le ha hecho un guiño a sus aliados empresarios, a través de una rebaja en los impuestos corporativos del 35% al 15%, con el foco en incrementar las inversiones y esperando el tan mentado efecto derrame liberal, para incrementar la magra tasa de generación de empleo nacional.
4) El foco de la política de Trump claramente no será América Latina, con excepción de la relación con México, principalmente en término de potenciales modificaciones de tinte económico en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos tuvo un déficit comercial de 62.000 millones de dólares con México en 2016), o con la problemática migratoria y sus derivaciones provenientes del resto de los migrantes centroamericanos (con su correlativo dilema de las remesas). En tanto América del Sur, dependerá de la buena voluntad de los países de la región de aceptar las propuestas de los Estados Unidos. Siempre desde una lógica pragmática (tratados de libre comercio, inversiones, acuerdos de cooperación), pero sin tipo de profundidad alguna – Estados Unidos no se inmiscuirá en la problemática Venezolana, salvo alguna afectación muy profunda o específica de sus intereses – que a su vez implique cambios trascendentales en la arena global.
5) La Argentina no estará alejado de las políticas generales que tendrá Estados Unidos para con la región. Estados Unidos evaluará la posición Argentina ante las otras potencias (Inversiones Estratégicas por parte de Rusia y China), y según su evolución será más o menos permisiva en relación a la apertura de sus mercados. El apoyo político de la Argentina en los Organismos Internacionales también puede sumar, aunque marginalmente, un aspecto positivo a la relación. Por el lado de la Argentina, aunque los objetivos son globales en términos de atracción de capitales, la afinidad ideológica neoliberal con los Estados Unidos será un plus a la hora de las decisiones políticas. Un achicamiento del déficit en la Balanza Comercial (recuperar las exportaciones de biodiesel, entre otros), sería el otro punto sustancial siendo Estados Unidos uno de los principales socios comerciales; en este sentido, ambos gobiernos dejarán la teoría del libre comercio irrestricto de lado, para darle lugar a la negociación especifica permanente.