Por Pablo Kornblum para la Revista Mundo Plural
https://www.yumpu.com/es/document/view/58523498/revista-mundo-plural-nro-9
La economía del narcotráfico es más que compleja. Los cárteles producen cientos de miles de empleos, la mayor parte de ellos dedicados a cultivar, cosechar y procesar los distintos tipos de estupefacientes (según los últimos cálculos, ya representa el 1,5% del PBI mundial). Además, el narcotráfico ha generado una importante fuerza de trabajo criminal en las ciudades (protección de las células de mando, operaciones, vigilancia, inteligencia), con sus derivaciones indirectas sobre el financiamiento de la industria (sobre todo mediante secuestros y robos). En este sentido, cabe destacar que el narcotráfico no es un fenómeno que tienda a darse aisladamente, sino que su mayor peligrosidad reside en la simultaneidad con otros delitos: la inmigración ilegal, el contrabando y la corrupción institucional, entre otros.
Ello sostiene una lógica de red que debe ser comprendida en su totalidad. Por ejemplo, las redes de narcotraficantes pueden valerse de las redes de inmigración ilegal para introducir mano de obra de bajo costo, utilizando a su vez las nuevas tecnologías para producir la distribución minorista. Ello sumado además a todos los sectores legales de la economía que, a través del lavado de dinero del narcotráfico en entidades bancarias y financieras (o en otros sectores como las telecomunicaciones, la construcción y el esparcimiento), contribuyen a desarrollar efectos multiplicadores en la economía legal.
El punto crucial de la lucha contra los cárteles no radica sólo en el combate fuerza a fuerza, sino en el desmantelamiento de las formas de acumulación de riqueza de los narcotraficantes. Esto implicaría pensar en varios frentes: uno, el más inmediato, es el desarrollo social y económico en las zonas de pobreza urbana y rural donde el narcotráfico alimenta sus filas. Otro que es más lento, por el tiempo que toma documentar una operación de lavado de dinero, es cerrar las puertas de las industrias al dinero de origen ilícito. El tercer frente, mucho más complejo, es reducir el mercado mediante políticas públicas superadoras en términos de salud, trabajo y educación.
En cuanto a este último punto, el consumismo empieza a jugar un rol de alta influencia socio-cultural, en tanto la necesidad de los seres humanos de ser aceptados. La noción del “tener” posee una significancia muy fuerte y todas las características que la información real llega a los consumidores y estos la procesan para la toma de decisiones de compra, tomando en cuenta sus diferencias de origen cultural, nivel educativo, y social, son también materia de estudio y análisis. Porque de no ser así, la falta de políticas conlleva a que para los países consumidores, el impacto socio-económico negativo sea trascendente en términos de los costos de la sanidad pública, el ausentismo laboral y la pérdida de productividad, además de agravar en los jóvenes el desafecto escolar y provocar crisis en las estructuras familiares.
Si a lo expuesto le adicionamos que el aumento en los homicidios relacionados con el narcotráfico afecta significativamente el precio de las propiedades (sobre todo en las zonas de menores ingresos), o la internalización del costo económico de obtener mayor seguridad y protección, el eje económico requiere una decisión política que implica el trabajo coordinado de diversas agencias gubernamentales. Un escalamiento de la violencia produce un impacto en las decisiones de los agentes económicos, en términos de localización, inversiones y oferta laboral, lo que se traduce en un eje macro y microeconómico fundamental de la mayoría para la toma de decisiones políticas en los Estados productores.
Por ahora, gran parte del narcotráfico sigue gozando de los vacíos de la política gubernamental. La convivencia negociada entre las elites políticas y judiciales con los cárteles, los productores y los comercializadores, genera una “gobernanza” informal, basada en el consentimiento y el beneficio privado de ciertos grupos de interés concentrado. Y aunque para ciertos ejes de la dinámica macroeconómica también el narcotráfico puede ser beneficioso, los perjuicios socio-económicos de largo plazo suelen ser irreversibles.