De Pablo Kornblum para el portal de noticias «Russia Beyond the headlines»
https://www.yumpu.com/es/document/view/58967542/revista-mundo-plural-n10
El cambio de gobierno en Argentina en Diciembre de 2015, generaron un cambio en la política exterior del país. Durante el mandato de Cristina Fernández se había generado una relación bilateral que tenía en cuenta elementos de tinte más estratégico (acuerdos de cooperación científica, tecnológica, capacitación de personal, etc.) que económico-comerciales, mientras que el actual gobierno argentino busca negociar principalmente un mayor acceso a mercados en Rusia para productos argentinos (carnes procesadas, vinos y derivados de fruta) e importar tecnología de Rusia en actividades como los hidrocarburos, la minería o la defensa, en conjunto con un incremento de las inversiones rusas en Argentina (por ejemplo la gigante estatal Rosatom invirtiendo en el desarrollo nuclear de la planta Atucha III).
Este contexto es una profundización de la histórica lógica de la Argentina como ‘granero del mundo’ (que genera las divisas tan preciadas para el país), donde Rusia cumpliría el rol de un ‘Centro’ (en un escenario de potencias multipolares buscando alta rentabilidad y recursos estratégicos), a pesar de que es un exportador neto de commodities. La realidad es que en términos relativos, la industria tecnológica rusa, aunque no sea de primer nivel en todas las ramas, supera ampliamente las capacidades argentinas. Para citar un ejemplo, Argentina se ha encontrado interesada en la adquisición de algunos equipos militares (aunque el análisis de mercado y el ajuste en la cartera estarían, al menos, dilatando las adquisiciones), especialmente embarcaciones de clase polar, barcos multipropósito, aviones de combate, y cazas de entrenamiento -todos ellos con la transferencia tecnológica y el know how correspondiente -.
Desde la posición de Rusia, una asociación estratégica duradera con la Argentina como proveedor confiable de alimentos, se torna más necesaria luego de las sanciones Occidentales post-Crimea. Por otro lado, el modelo de provisión ‘all inclusive’ de capital financiero, físico (equipamiento) y humano (también muy utilizado por China, competidor de Rusia para con el aprovisionamiento de los mercados mundiales), permite eliminar competidores y generar compartimentos estancos de poca interrelación inter-estatal ‘winner takes all’. Un caso donde este sistema se ve claramente reflejado es en la represa hidroeléctrica Chihuido I en la provincia de Neuquén, en el cual iban a participar las compañías rusas Inter Rao y Power Machines – contratistas proveedoras de equipamiento -, e iba a ser financiada mayoritariamente por el Banco de Desarrollo y Comercio Exterior de Rusia (Vnesheconombank).
Sin embargo, el proyecto se encuentra en stand-by dado el pedido del Gobierno Argentino para bajar la tasa de interés (se aceptó una disminución del 6,5% al 5,5%, pero Argentina luego continuó insistiendo con una rebaja al 4,5%, hecho que fue negado rotundamente por el Gobierno Ruso). Cabe destacar que el gobierno ruso valora la precisión en cuanto a la propuesta de negocios que se brinde, buscando datos y hechos fácticos que muestren con claridad los beneficios de un acuerdo, y donde la forma de pago siempre es un punto destacado del mismo.
Más allá de las formas, Argentina encuentra la posibilidad (dada su política aperturista y de endeudamiento global) de jugar con la Oferta y la Demanda, por ejemplo reemplazando los capitales rusos por chinos, con los cuales cual se va a intentar negociar un “préstamo preferencial de Estado a Estado”. El problema es que estos roces en la negociación generan ruidos en un gobierno ruso que, aunque flexible y pragmático, es firme en sus análisis y objetivos de mediano y largo plazo.
Cabe además destacar que, a pesar de que Argentina es un gran proveedor de materias primas a nivel global, también tiene una gran competencia en la zona: Brasil (actualmente representa el 50% de las importaciones rusas de carne), Uruguay y Paraguay son países donde también Rusia también ha puesto los ojos y ya ha comenzado a negociar condiciones para la adquisición de diversos productos primarios. Es la nueva versión del mundo globalizado: sin enemigos ideológicos irreconciliables, pero sí con fuertes competidores políticos y económicos; evitando hasta donde sea posible los conflictos con los Organismos Económicos Internacionales, pero generando iniciativas propias en los diversos estamentos institucionales globales y buscando relaciones exteriores diversificadas (regresando especialmente al “realismo periférico”).
En términos comerciales, en el Siglo XXI el intercambio siempre ha ido in-crescendo año a año (desde 150 millones de dólares en el 2000 hasta los 2.300 millones de dólares en el 2013), con una consecuente disminución luego del escenario económico adverso de Rusia y las políticas proteccionistas argentinas. Por otro lado, la mayor demanda de bienes tecnológicos rusos por parte de Argentina y la caída en los precios de las materias primas en la presente década, han derivado en el cambio de signo en la balanza comercial (superávit Argentino hasta 2010 y luego deficitario para el país sudamericano).
En este sentido, el crónico déficit comercial argentino desde 2011 se explica por la magnitud de las exportaciones rusas – 70% de la balanza comercial -, constituidas en su gran mayoría por fertilizantes minerales y combustible diesel (en menor medida materias primas para la industria pesada, como el acero de aleación, hierro y aluminio), y por las pocas y concentradas ventas argentinas – frutas, carnes, lácteos, legumbres y bebidas – (cabe destacar que las normas fitosanitarias rusas son exigentes).
En el año 2015 el intercambio bilateral se redujo en un poco menos u$s 1.000 millones con respecto a 2014, al pasar de u$s 2.066 millones a u$s 1.150 millones, lo que ha generado una alarma por el peor retroceso de la relación económica bilateral del Siglo XXI. En el año 2016, el déficit comercial de la Argentina con Rusia fue mínimo, pero los intercambios comerciales no repuntan y se mantuvieron prácticamente en los mismos niveles que en el 2015. Solo para citar un ejemplo, la pérdida de poder adquisitivo de Rusia por la caída del precio internacional del petróleo y la devaluación del rublo, generaron serios inconvenientes a los productores de frutas, como peras y manzanas, del Alto Valle del Río Negro y Neuquén que perdieron un mercado para exportar.
Para concluir con este punto, cabe destacar que la Argentina no es para Rusia un socio comercial de envergadura. Por otro lado, el modelo ‘neoliberal’ del actual Gobierno Argentina – a diferencia del anterior -, se podría encontrar más cómodo ideológicamente con Europa Occidental y los EE.UU. Por el lado Ruso, el Gobierno de Putin – con un mayor margen de maniobra por su posición como potencia global – mantiene vínculos comerciales tanto con gobiernos más bien pro-estadounidenses (como México y Perú), como también con los adversarios de Washington en la región, como lo son Venezuela y Bolivia.
En tanto a las inversiones, aunque las promesas diplomáticas han mencionado montos cuantiosos (por 100 mil millones de dólares en infraestructura y recursos estratégicos), la realidad menciona que todavía no han sido significativos, sobre todo dada la falta de firmeza en el cumplimiento de los acuerdos.
Uno de los pocos avances son los 180 millones de dólares que el banco ruso mayoritariamente estatal Gazprombank aportará (se quedará con el 51% de la participación accionaria), para la construcción de un puerto multipropósito que permita disminuir los costos logísticos del comercio entre Argentina y Rusia, en la localidad bonaerense de Ramallo. Cabe destacar que la construcción se llevará a cabo con el grupo argentino PTP y la compañía binacional Zaraimpex, donde se espera un movimiento económico anual de hasta u$s 40 millones y 500 nuevos puestos de trabajo.
En este proyecto también se incluye el pedido de una baja de los aranceles para con la importación de fertilizantes fosforados (hoy con un arancel del 6% que el resto de los países limítrofes no cobra), que es un punto clave para la mejora de las relaciones bilaterales y no debería ser un inconveniente dada la lógica aperturista. Sin embargo, cabe destacar que la relación estratégica del gobierno con el campo argentino y alguno de sus actores más importantes, podría generar ciertos obstáculos.
Dentro de la misma racionalidad para con el aprovechamiento del recurso natural argentino, el Hesc Group busca llegar a un acuerdo con la provincia de Santa Cruz, la cual posee un enorme potencial mareomotriz para la generación de energía eléctrica de origen renovable a escala comercial. La idea inicial del grupo inversor ruso, especializado en el diseño de tecnología para usufructuar el poder de las olas y garantizar la protección de las líneas de costas, es instalar un prototipo con el objetivo de cuantificar la viabilidad del proyecto.
Finalmente, Gazprom (38% estatal rusa) tiene interés en el gas convencional argentino. Junto a su par argentino, YPF, acordaron iniciar la extracción conjunta de gas en la Patagonia. Con una inversión de 500 millones de dólares, se trata de la explotación de ‘tight gas’ en el área Estación Fernández Oro (EFO) de la localidad de Allen, en la provincia de Río Negro. La concreción de esta inversión de Gazprom en Argentina es el resultado de una Política de Estado iniciada en Septiembre de 2015, cuando ambas empresas petroleras firmaron un acuerdo para desarrollar proyectos de exploración, producción y transporte de hidrocarburos en el país sudamericano. Esto es, proyectos de largo plazo que requieren alianzas (o por lo menos buenas relaciones) duraderas.
En este aspecto, la gran preeminencia del Estado Ruso en las Inversiones Extranjeras Directas en Argentina, conlleva a que las decisiones tengan un tinte estratégico y un cuidado que va más allá de la lógica economicista. Por ello y para generar un escenario técnico acorde y sin fisuras a la hora de la implementación de los proyectos, los inversores rusos se encuentran interesados en trabajar de manera conjunta con organismos del Estado Argentino dedicados a la Investigación y Desarrollo. Un ejemplo es el acuerdo con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), donde se va a cooperar en desarrollos agroindustriales con alta tecnología, como ser en los sectores de veterinaria, farmacología y biotecnología.
Para concluir, la pragmática internacionalización de Rusia (por necesidad o deseo) de relacionarse económicamente con países fuera de su ámbito geográfico euroasiático inmediato, encuentra en Argentina un histórico proveedor de necesarias materias primas en el corto plazo, sobre todo en el rubro de agro-alimentos. Este escenario probablemente continúe reproduciéndose en los próximos años, dada la posición argentina de acentuar el modelo agro-exportador. En el mediano y largo plazo, y basado en objetivos superadores, el eje son las inversiones en los recursos estratégicos que posee el país sudamericano; lo que le permitiría a Rusia no solo incrementar sus ambiciones de crecimiento económico endógeno, sino también sus capacidades estratégicas en términos geopolíticos (inclusive y desde un punto de vista geográfico y logístico para con su proyección Antártica).
Como contraparte, el encontrarse en un escalón inferior en las cadenas de valor de capital físico y tecnológico, la Argentina reproduce una lógica de Centro-Periferia absorbiendo bienes y servicios que desnudan la falencia industrializadora del país en las últimas décadas. Esta demanda de importaciones, continuará seguramente en el mediano y largo plazo. Por otro lado, la necesidad de inversiones con diversidad de financiamiento sin discriminación alguna (ya sea a nivel estatal, corporativo, organismos internacionales según convenga en términos de temporalidad y de tasas de interés), encuentra en Rusia un potencial socio. Sin preferencias ni privilegios, solo una opción más. En el futuro próximo, su relevancia estratégica dependerá del acercamiento diplomático que se propongan – a pesar de que no poseen la mayor afinidad en términos de formas e ideología – en un momento geopolítico complejo a nivel global.