El traslado de la Embajada de Estados Unidos de Norteamérica desde TEL AVIV a JERUSALEM

Por Pablo Kornblum para la Revista Mundo Plural, Diciembre de 2017

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El traslado de la Embajada de Estados Unidos de Norteamérica desde TEL AVIV a JERUSALEM

El traslado de la Embajada de Estados Unidos de Norteamérica desde TEL AVIV a JERUSALEM
JERUSAMEN no es una ciudad más: las tres principales religiones abrahámicas (descendientes de Abraham, el patriarca monoteísta) — el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam — tienen a JERUSALEM como lugar sagrado.
El día 5 de diciembre de 2017, el Presidente de los EE.UU., Donald Trump, anunció el reconocimiento de JERUSALEM como capital del Estado de ISRAEL, ordenando al Departamento de Estado que inicie el proceso, el cual se prevé durará varios años, para trasladar la embajada estadounidense desde Tel Aviv a JERUSALEN.

El reconocimiento de JERUSALEN como capital de ISRAEL y el traslado de la embajada supone el cumplimiento de una promesa de campaña del político republicano, pero también una ruptura con la política exterior seguida por su país en las últimas décadas.

En este sentido, el Congreso estadounidense había aprobado en el año 1995 una ley que indicaba el traslado, pero hasta ahora todos los presidentes habían dilatado, religiosamente cada semestre, su implementación alegando potenciales daños a la seguridad nacional derivados de la difícil situación geopolítica internacional (Guerra en Afganistán, 11 de Septiembre, Estado Islámico, dilemas en otras regiones, crisis financiera global de 2008, etc.).
Más allá de algunas manifestaciones anti-israelíes y anti-estadounidenses con algún signo de violencia en las primeras horas luego del anuncio, claramente no se esperaba una escalada – al menos en términos estatales, aunque pudieran continuar los ataques de lobos solitarios en países aliados o en aquellos en donde prevalece una lógica occidental – para con la amenaza a la seguridad de ambos Estados.

En este aspecto se ha vislumbrado como un hecho político trascendente desde la principal potencia del mundo, pero no deja de ser una declaración unilateral sin tener en cuenta el escenario coyuntural o los acuerdos multilaterales previos; por ende, el apoyo del resto del mundo (sobre todo de los países de relevancia geopolítica) ha sido nulo.
Más aún, si bien es cierto que este anuncio podría vislumbrarse como un regreso geoestratégico de los EE.UU. para con la región (ya que la dinámica actual ronda sobre el Asia-Pacifico), probablemente esta declaración haya sido meramente un hecho puntual que no implicaría una vuelta diplomática agresiva sobre MEDIO ORIENTE.

¿Cómo se entiende esta decisión entonces? Por un lado, el “lobby israelí” tiene en la gestión Trump una gran influencia, que sumado a la situación familiar (su yerno es judío y la hija se ha convertido al judaísmo), conllevaría a que los lazos con ISRAEL sean siempre positivos y se profundicen durante toda su gestión.

Por otro lado, TRUMP también responde a su propio electorado, especialmente a los grupos evangélicos (que representan a una gran mayoría de sus votantes), que encuentran un mundo más seguro cercano a una ISRAEL judía y Occidental, que ante el potencial ‘terrorismo’ que podría implicar un acercamiento con el mundo musulmán.

Este foco en gran parte de la ciudadanía que le permitió triunfar en las elecciones presidenciales, también se observa en otros aspectos de las políticas públicas – como es el caso del área económica, a través de las rebajas impositivas a los grupos concentrados o la reducción del sistema de seguridad social, entre otros -, lo que pretende solidificar su posición ante un escenario doméstico complejo.

En este sentido, ante las problemáticas económicas y políticas al interior de los EE.UU, se ha buscado derivar la atención hacia el escenario internacional (tal como lo han utilizado otros gobernantes estadounidenses en el pasado, como ha sido el caso de George Bush padre al involucrarse raudamente en la primera guerra de Irak). Ello incluye un escenario geopolítico de desafíos importantes – como es el caso de Corea del Norte -, donde la disputa de otros Estados (como China o Rusia) se muestra en un amplio abanico de sectores de interés vital (control de las redes de datos, recursos estratégicos, etc.).

Finalmente y en cuanto a AMERICA LATINA, los países de la región en general no tienen un peso relevante a nivel global, menos aún si la temática en cuestión no involucra a asuntos regionales de manera directa. Es por ello que la falta de pronunciamientos concretos sobre este anuncio de TRUMP fue la norma en toda Latinoamérica. Tampoco se esperan cambios en la situación diplomática o de seguridad a nivel intrarregional, a pesar de que países como ARGENTINA cuentan con una importante población de origen judío (7mo en el mundo en términos cuantitativos).