Por Pablo Kornblum
Salida del RUGBIN de la Unión Europea
La situación macroeconómica del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RUGBIN) no es la mejor: descansa en el consumo y no la inversión o las exportaciones, es financiado con bajos sueldos, la productividad es relativamente débil y la infraestructura es insuficiente. Además el país presenta uno de los déficits presupuestarios más elevados de la Unión Europea (UE), y el endeudamiento de los hogares es elevado (125% del PBI), lo cual genera preocupación ante una posible burbuja inmobiliaria.
En este aspecto, la salida de la UE profundizaría, por lo menos en el corto plazo, la dependencia en el consumo. Y hasta generar un nuevo relacionamiento con otros mercados, el ‘coercitivo proteccionismo’ podría rebalancear positivamente la cuenta corriente deficitaria: el RUGBIN tiene un gigantesco déficit por cuenta corriente en bienes y servicios con el resto del mundo (actualmente el 7% del PBI).
El déficit presentado se financia a través del flujo de Inversión Extranjera Directa, la compra de bonos del RUGBIN y acciones de empresas privadas por inversores extranjeros; y lo que se ha llamado el ‘dinero caliente’, el movimiento de dinero en efectivo y depósitos a corto plazo en los bancos británicos.
La inversión de cartera muestra que los extranjeros todavía quieren comprar y mantener bonos del gobierno del Reino Unido y acciones de empresas privadas, como un ‘refugio seguro’. Pero la liquidez de corto plazo fluye hacia fuera, acelerando la tendencia el corriente año 2016. Si ese flujo continúa, habrá una gran presión a la baja sobre la libra, lo que puede ayudar a las exportaciones en última instancia; sin embargo, en el corto plazo se incrementaran los precios de las importaciones y la inflación, erosionando los ingresos reales de las familias medias y aumentando los costos para la industria británica.
En otros puntos importantes de la economía, la última estimación del Tesoro del RUGBIN es que el PBI caería un 3,6% en dos años en caso de que triunfe el Brexit. En lugar de una mejora de 8 mil millones de libras al año en la posición fiscal si la contribución neta a la UE desaparece, el déficit presupuestario podría alcanzar entre los 20 mil y 40 mil millones de libras esterlinas en 2019/20.
Por otro lado, el desempleo aumentaría en 520.000 personas. En este sentido, los sindicatos británicos consideran que sin el respaldo de la legislación de la UE, los empleadores tendrán vía libre para recortar muchos de los derechos y beneficios de sus trabajadores ganados con tanto esfuerzo. En definitiva, habría un rebalanceo en el sistema productivo de corto plazo; donde se deberá esperar el modo que se reacomodan las diversas variables de la economía.
En cuanto a la situación cambiaria, el valor de la libra caería un 12%. La devaluación de una de las monedas más fuertes y trascendentes del planeta – ha caído un 5/6% frente a otras monedas importantes desde que la campaña del referéndum comenzó – traería aparejado una mayor competitividad y un menor nivel de compra para los británicos.
Otro punto a tener en cuenta es que la Bolsa de Londres continua siendo una de las más importantes del planeta y es el eje financiero europeo. El sector de los servicios, que emplea cerca de 80% de la población activa y representa tres cuartas partes del PBI, es la fuerza motriz de la economía. Cientos de las compañías más importantes del mundo tienen sus casas matrices para operar en todo el resto de la UE.
En caso de que se haga realidad el Brexit, algunas compañías buscarán otros mercados (‘flight to quality’, incluyendo un fortalecimiento del dólar) favoreciendo seguramente otras bolsas europeas. Y esta pérdida de capital financiero para Londres va más allá de una cuestión económica: el sistema financiero es el distintivo y la insignia de gran parte del poder político británico. Por lo tanto se requerirá una política de reacomodamiento veloz – los costos financieros se incrementarían en el corto plazo -, para evitar que otros Estados (no solo en términos intrarregionales sino a nivel global) ocupen su lugar de privilegio.
Como escenario positivo, el no poseer el Euro como moneda conllevará que el cambio no sea tan brusco en términos de la estabilidad monetaria. Por otro lado, la economía británica es muy variada (pesca, agricultura, hidrocarburos, material de transporte, productos químicos, tecnologías de la información y la comunicación, biotecnología, aeronáutica, defensa y energías renovables, entre otros) lo que le brindaría una amplia flexibilidad para que, tanto el sector empresario como los trabajadores, puedan desarrollarse ante el nuevo contexto. Cabe destacar que los procesos de privatización y flexibilización de las últimas décadas ya han generado un salto de productividad que facilitaría un reacomodamiento futuro (aunque continua siendo bajo en relación a otros mercados).
A nivel UE, los efectos negativos del Brexit de corto plazo no son solo económicos (a nivel financiero – bonos emitidos por los bancos británicos podrían perder el tratamiento favorable que reciben de las normas europeas -, comercial – donde el comercio intra-europeo es por lejos el más importante -, etc.), sino que impactarán a nivel político con potenciales derivaciones económicas (migraciones, resoluciones económicas-técnicas de tinte institucional, etc.).
Por otro lado, los ‘nuevos’ aranceles para con el comercio europeo incrementarán los costos y precios, pudiendo generar un proceso inflacionario que no se verá aparejado con un crecimiento en la producción. Y en cuanto a la Inversión Extranjera Directa, la mitad de la que recibe el RUGBIN proviene de la UE. Seguramente en un primer momento de incertidumbre la misma se verá resentida; en el mediano plazo, el pronóstico es incierto.
Otros países de la UE también pueden tratar de usurpar la posición del RUGBIN como el destino más popular para la Inversión Extranjera Directa extra-regional. En los últimos 15 años, el RUGBIN ha recibido más de 20% de las entradas de IED de la UE; pero sin pleno acceso a los mercados interiores de la UE, los futuros flujos de IED a las fábricas de automóviles o los centros de servicios financieros pueden ser reorientados y crear puestos de trabajo en otros lugares dentro de la unión.
Como contraparte, uno de los beneficios del Brexit es que el RUGBIN dejaría de ser un contribuyente neto al presupuesto de la UE. Sin embargo, la contribución británica fue del 0,35% de su PBI el año 2015, por lo que el ahorro difícilmente compensaría las pérdidas originadas por el comercio y la inversión. Por otra parte, hasta la crisis financiera mundial del 2007, el debate en los círculos del gran capital británico era si unirse o no a la zona euro; lejos de un cuestionamientos sobre la posibilidad de abandonar la UE. Hoy en día, la zona del euro se enfrenta a un crecimiento lento, incluida una crisis financiera y política (como es el caso de los inmigrantes) inusitada desde la post-guerra. Por lo tanto, los beneficios de la adhesión a la UE podrían no ser tan convincentes: ser parte de un bloque estancado es continuar compartiendo costos.
Existen también las opciones alternativas, donde el RUGBIN podría negociar unas relaciones comerciales tan convenientes como las que disfrutaba dentro de la UE – con cierto cuidado, ya que se está viviendo una tendencia de bajo crecimiento global -, pero sin todos los reglamentos comunitarios ni tener que financiar los presupuestos de las instituciones de la UE. Sin embargo, la experiencia de países europeos como Noruega o Suiza, que han negociado acuerdos de este tipo, demuestra que cualquier acuerdo comercial implicaría también obligaciones y condicionamientos.
Noruega y Suiza deben cumplir todas las normas y regulaciones del mercado único de la UE, aunque no pueden participar en su discusión y adopción. También deben trasponer todas las leyes pertinentes de la UE a su legislación nacional sin consultar a sus electorados nacionales. Por otro lado, contribuyen sustancialmente al presupuesto de la UE. Y tienen que aceptar una inmigración de la UE sin restricciones, lo que ha resultado en una mayor proporción de inmigrantes de la UE en sus poblaciones (mayor aún que en el RUGBIN).
Además, miembros de la Asociación Económica Europea (EEA), como Noruega, no pertenecen a la unión aduanera de la UE. En consecuencia, las exportaciones noruegas deben, por un lado, satisfacer los requisitos de las ‘normas de origen’ para entrar en la UE libres de impuestos; por otro lado, la UE puede utilizar medidas antidumping para restringir las importaciones procedentes de Noruega, como ocurrió en 2006, cuando la UE impuso un arancel de 16% a las importaciones de salmón noruego. Además, los miembros de la EEA pagan una tarifa efectiva para ser parte del mercado único: solo para citar un ejemplo, en 2011 la contribución de Noruega al presupuesto de la UE fue de 106 libras esterlinas per cápita, sólo un 17% más baja que la contribución neta del Reino Unido de 128 libras per cápita.
Por lo tanto, formar parte de la EEA no generaría ahorros fiscales sustanciales para el gobierno y los contribuyentes del RUGBIN. Además, la contribución del mismo al presupuesto de la UE, luego de los descuentos, no es particularmente alta por habitante y es más baja como % del PBI en comparación con otros miembros de la UE.
A nivel regional latinoamericano, se podría esperar una devaluación de varias monedas (sobre todo de las economías con mayor vínculo con el RUGBIN) pari passu con la potencial ‘guerra de monedas’. Por otro lado, se puede generar también un ‘efecto contagio’ negativo en busca de activos de bajo riesgo ante la potencial inestabilidad global. También se podría observar una disminución de las exportaciones a Europa debido a un debilitamiento de su crecimiento potencial derivado del Brexit.
En términos positivos, existiría la oportunidad para que el RUGBIN genere acuerdos bilaterales – con un incremento del comercio y la venta de materias primas -, más desligado de responsabilidades institucionales y políticas con la UE. Por otro lado, las bolsas latinoamericanas suelen tener un ‘delay’ con lo que ocurre en los mercados mundiales, un comportamiento lateral con expectativas sobre la continuidad de los sucesos. Pero además, no todos los mercados financieros se encuentran altamente vinculados al mercado mundial; más aún luego de los históricos escenarios de alta volatilidad y endeudamiento externo.
En cuanto a nuestro país, la inversión extranjera directa en términos bilaterales tampoco es relevante. Por un lado, la inversión de Argentina en el mercado británico es ínfima. Como contraparte, se destacan solo algunas grandes corporaciones de origen británico que operan en Argentina de forma directa o con socios: Shell, BP, Cadbury, Sweppes, Diageo, Nobleza Piccardo y HSBC, entre otras.
Finalmente, el comercio bilateral es cercano a los 2 mil millones de dólares (1,5% del total del intercambio). El mismo ha tenido un crecimiento marginal en la última década, pero sin mayor relevancia ni grandes diferencias en el balance final (suele ser superavitario para la Argentina). Tampoco representan un distintivo de la media comercial en términos de bienes y servicios intercambiados (exportación de productos primarios e importación de manufacturas).
Para concluir, sólo si la ‘liberación’ de las instituciones de la UE llegara a producir un fuerte aumento de la productividad, la inversión y el comercio con el resto del mundo – difícil en el corto plazo dado el bajo crecimiento global, lo que generaría una reticencia a un cambio del statu-quo -, el RUGBIN superaría las pérdidas que se tienen de la simbiosis europea.
En términos regionales, el impacto económico – y sobre todo financiero -, se sentirá dentro de una UE que tendrá cambios en sus centros financieros de poder y los flujos de capital; generando además diferentes dinámicas en las economías domésticas y ante los ojos del resto del mundo económico.
Ello se encontraría en consonancia con primas de riesgo y guerras de monedas crecientes alrededor del mundo; debido no solo al menor crecimiento económico global, sino también a una inestabilidad política – incluyendo potenciales nuevos referéndums – que le podría asestar un golpe más a la globalización económica.
Para concluir, aunque el impacto macroeconómico directo en América Latina y Argentina no sería trascendente, los reposicionamientos financieros y geopolíticos de cara a un nuevo escenario europeo y sus derivaciones globales, podrían generar nuevos desafíos y oportunidades en el mediano plazo.