El sinceramiento como único camino hacia un mundo inclusivo

Publicado en el diario BAE, 08 de Febrero de 2011.

Autor: Pablo Kornblum

El XI Foro Social Mundial (FSM) ha comenzado en Dakar, Senegal, con el objetivo de debatir alternativas a un contexto global marcado por una profunda crisis del sistema neoliberal. El mismo se lleva a cabo solo unas semanas después de concluido el Foro Económico Mundial de Davos, donde los grupos empresarios más significativos a nivel internacional se dieron cita para discutir, según su óptica, las problemáticas mundiales en materia económica.  

Para delinear un punto de dialogo justo entre estos dos Foros antagónicos, es interesante poder encontrar algunos temas de interés común. Para comenzar, la destrucción de nuestra naturaleza no reconoce fronteras ni clases sociales. El mundo es uno solo y los fenómenos climáticos golpean tanto a ricos como a pobres. Despojarse de cualquier tipo de responsabilidad individual escudado en las todavía difusas cargas colectivas, ya no es excusa para aquellos grandes contaminantes del medio ambiente global. 

Por otro lado, el Foro de Davos promueve la democratización del sistema, reforzando la libre y justa competencia promulgada por los padres de la teoría liberal económica. Sin embargo, la concentración de la riqueza derivada especialmente de los monopolios fomentados por los Lobbys y los grupos de interés – entremezclando muchas veces la falta de eficiencia con prácticas corruptas -, contradicen las bases teóricas sobre las que se asientan muchos reconocidos gurúes del ámbito internacional. 

En el mismo sentido, la teoría de la libre movilidad de los factores productivos parece haber quedado en los anales de los libros de historia. La globalización es solo para el capital físico y financiero; mientras las presiones de los excluidos, parias de un sistema que no los contiene social ni econonómicamente bajo ningún ámbito nacional, continúan incrementándose día a día. Como lo indicó el presidente Morales en su discurso durante la inauguración del FSM, “»hay políticas para expulsar a los pobres, pero no políticas para expulsar a los ricos». En consecuencia, las tensiones sociales resultantes enrarecen el clima social e impactan directamente sobre la inseguridad y la violencia, afectando a todos los grupos sociales sin discriminación alguna.

En otro punto de análisis, la actual situación estructural conllevará, más temprano que tarde, a un mundo donde reinará la escasez de aquellos bienes imprescindibles como los alimentos y el agua – un importante tema a debatir en el FSM será la soberanía alimentaria-. Los primeros afectados serán los más pobres; sin embargo, las consecuencias posteriores serán una fuerza de trabajo que mermará en su productividad y afectará los intereses de empresarios que requieren de un capital humano preparado – recordemos que en la actualidad todavía existen 759 millones de personas mayores analfabetas en el mundo – para enfrentar un mundo cada vez más competitivo.  

La exclusión y la recesión también afectan a los grupos de interés. El crecimiento de las nuevas potencias económicas emergentes ha salvaguardado los peores efectos de la crisis del desarrollo, desviando la atención y los intereses de producción y venta hacia los nuevos mercados emergentes. Sin embargo, en un mundo de desigualdades crecientes en todas las regiones, los efectos sobre el consumo terminarán impactando negativamente en toda la cadena de producción corporativa global. Como lo indica la integrante del Consejo del Foro Social Europeo, la italiana Rafaella Bolini, “Tenemos que tener otro modelo de producción y de consumo para recrear un sistema sustentable».

Finalmente, los líderes mundiales fomentan, al menos en su discursiva, la autodeterminación de los pueblos y la necesidad de fomentar políticas endógenas específicas de acuerdo a los requerimientos de cada Estado-Nación. En este sentido, el mismo representante del Foro del Tercer Mundo, Bernard Founou-Tchigoua, ha destacado la celebración del FSM en Dakar como vía «para que se hable de que los africanos pueden pensar por sí mismos y hacerse su propio destino». Sin embargo, cuando los intereses concentrados corren peligro o los mercados se encuentran cerca del derrumbe – como pasa actualmente en la crisis de los PIGS-, los líderes mundiales, los Organismos Internacionales (el más claro ejemplo es el FMI), y las calificadoras de riesgo globales son los primeros en “aconsejar” y dictaminar cuales son las políticas más convenientes para el futuro de los pueblos del mundo.  

En definitiva, la profundización del sistema ha reavivado la lucha de clases; principalmente debido a los enormes intereses particulares cortoplacistas que ciegan cualquier atisbo de construcción colectiva de largo plazo. Solo un sinceramiento de todos los actores, sobre todos los más poderosos y responsables, será el único camino que podrá llevar a un equilibrio donde reine la justicia económica y una digna calidad de vida para todos.