El déficit comercial, un escollo más para el gobierno de Obama

Publicado en el diario BAE, 15 de Febrero de 2011.

Autor: Pablo Kornblum

La situación de Estados Unidos no mejora. El déficit de su balanza comercial aumentó un 32,8% en 2010 y alcanzó los 497.824 millones de dólares, según informó el Departamento de Comercio Norteamericano. Este contexto adverso nos lleva a analizar una serie de variables que van más allá de una política comercial ineficiente.

Por un lado, tal como es propuesto por los Organismos Internacionales, los Mercados y los Bancos Centrales, una balanza comercial y de pagos superavitaria debe ser una meta de todos los gobiernos – aunque difícilmente se cumpla en un mundo comercial de suma cero -. Sin embargo, el consenso del régimen internacional hacia el “déficit 0” parece no mellar en el ideario de los sucesivos gobiernos norteamericanos. Lo interesante es que las presiones internacionales – con los PIGS como caso emblemático -, no parecen incidir en el margen de maniobra norteamericano, probablemente debido a que los flujos internacionales de origen norteamericano o con profundos intereses en la estabilidad sistémica (sobre todo en relación a las implicancias que pueden ocasionar cambios bruscos en la moneda norteamericana) no desean atacar a la influyente gran superpotencia mundial. En definitiva, nunca más certero el dicho que indica “has lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.   

En el mismo sentido, cerrar la brecha externa y fortalecer la balanza comercial requiere la voluntad política para lograr un incremento en las exportaciones o una disminución de las importaciones. Disminuir las importaciones significaría, principalmente, reducir fuertemente el consumo de bienes importados, en particular los artículos provenientes de China. En este sentido, el déficit comercial de Estados Unidos con China en 2010 se incrementó en un 20,3%, alcanzando los 273.066 millones de dólares. Este escalofriante dato equivale al 43% de todo el saldo negativo en el intercambio estadounidense de bienes en 2010.

Sin embargo, en un momento político donde el gobierno ha perdido fuertemente su legitimidad, promover un cambio paradigmático para con el motor vital de la sociedad norteamericana podría significar un suicidio político. Por lo tanto, el objetivo del presidente Obama se centra en incrementar los saldos exportables. Aunque durante el año 2010 las exportaciones se expandieron el 16,6% y alcanzaron los 1,83 billones de dólares, lejos está la meta gubernamental en el cual las exportaciones sumen cerca de 3,14 billones de dólares para el 2015. Para ello, se requeriría que crezcan a una tasa del 15% anual; objetivo difícil de lograr en un contexto económico y geopolítico mundial tan inestable.

Más aún, incrementar los saldos exportables no solo implica debilitar aún más el ya alicaído dólar; también requiere aumentar la competitividad vía mejoras en la productividad e innovación. En este sentido, el gobierno norteamericano debe prestar atención a otro síntoma de alerta: a diferencia del incremento en las importaciones de bienes de consumo, las importaciones de bienes de capital disminuyeron en 469 millones de dólares en Diciembre del año pasado, acentuando la tendencia interanual decreciente. En este sentido, los impactos negativos en cuanto a la inversión y sus derivaciones en términos de competitividad internacional, no son un buen augurio para el gobierno de Obama.

Por último, debemos recalcar que el alza de los precios del petróleo también ayudó a ampliar el déficit comercial en el 2010, ya que el precio promedio del barril subió a 74,66 dólares desde los 56,93 en el 2009. Para citar solo un ejemplo, las compras de productos vinculados a la energía subieron desde 25.220 millones de dólares en noviembre a 29.200 millones en diciembre. Pero eso no es todo. En el último mes del año las importaciones de alimentos y forraje se elevaron en 191 millones de dólares, para alcanzar un récord histórico de 8.030 millones. Esto implica que la economía norteamericana no ha estado salvaguardada de la tendencia global creciente de los precios de los commodities. En un país tan densamente poblado y sumamente interconectado a nivel nacional, la dependencia de los recursos agrícolas y energéticos para movilizar los factores productivos, bienes y servicios, debe ser un tema central dentro de la agenda presente y futura del gobierno.

En definitiva, el gobierno de Obama encuentra en el rojo de la balanza comercial una serie de profundos frentes estructurales con los que debe lidiar. Mientras las respuestas escasean, el mercado no tardó en reaccionar: el Viernes pasado, apenas se conoció la noticia, el S&P 500 perdió un 0,25%, el Nasdaq un 0,23%, mientras que el Dow Jones retrocedió un 0,21%. En este sentido, un cambio positivo de expectativas de los consumidores y el sector empresario es una condición primaria necesaria – aunque insuficiente- para torcer el rumbo actual. Porque mientras el ejecutivo no demuestre un programa sólido de política económica de largo plazo, se aleja la posibilidad de sentar las bases hacía un verdadero modelo sustentable dentro del complejo mundo actual.