Por Pablo Kornblum, publicado en el diario Tiempo Argentino el 07/09/2013
http://tiempo.infonews.com/2013/09/07/especiales-108946-el-escenario-economico–del-conflicto.php
La lectura económica del conflicto conlleva un escenario ambivalente. Menos para la gran mayoría de los habitantes de Siria, quienes claramente han vivido una escalada descendente de su nivel de vida en los últimos años.
Pero comencemos con el contexto macroeconómico global. Los efectos negativos dependerán más bien de la reacción de otros países más significativos económicamente (Siria no produce más de 200 mil barriles diarios), especialmente los Estados productores vecinos. Eventuales ataques contra el puerto turco de Ceyhan (amenazaría casi dos millones de barriles de producción), o bloqueos sobre el estratégico Estrecho de Ormuz, por el que transita el 90% del petróleo que exportan los países del Golfo Pérsico, son prueba de ello.
Como contraparte, si bien los precios el crudo podrían escalar en el corto plazo un 30% o 40%, los incrementos podrían contrarrestarse liberando reservas de los países miembros de la Agencia Internacional de Energía (incluyendo las de los Estados Unidos) y elevando la producción del aliado Occidental, Arabia Saudita, el productor más importante a nivel global con casi 10 millones de barriles diarios.
Poco pareciera importar el escenario doméstico Sirio. Un país en el cual el crecimiento se encuentra prácticamente estancado por la caída del consumo interno y las inversiones, una deuda externa que crece exponencialmente, y la continua devaluación de la Libra que ha proseguido de una inflación galopante. Escasez de alimentos, altos niveles de desempleo e infraestructura destruida, complementan este dantesco contexto. En este sentido, cabe destacarse que la apertura neoliberal y la corrupción del actual gobierno fueron solo el inicio de esta situación, que luego se vio potenciada en los últimos años con el bloqueo internacional.
Contradictoriamente, para el mainstream sistémico global, poco interesan las graves carencias domésticas de uno de los mejores alumnos del FMI en la región. Sin embargo, si parece importar que el conflicto no genere un proceso de estanflación global, dado el crecimiento débil de la economía estadounidense y europea, sumado a un desaceleramiento de los principales mercados emergentes.
Por otro lado, para el principal actor del conflicto, los Estados Unidos, este escenario sí podría brindar claros beneficios. Un cambio en las ‘expectativas’ para una economía que no reacciona, junto con la motorización que genera la dinámica macroeconómica bélica, sumado a una intervención positiva que culmine con la baja en los precios del barril y una suba de las acciones corporativas (sobre todo de los grandes monopolios transnacionales), serían el complemento ideal de una mejora clave en su posición geoestratégica y un mayor control de los recursos naturales. Y para concluir, porqué no, el encubrir una agenda doméstica que incluye el debate para elevar el límite de un endeudamiento creciente, y reformas sociales y fiscales que la sociedad norteamericana demanda con urgencia.