Autor: Pablo KornblumLa caída del muro de Berlín fue la oportunidad histórica para expandir un sistema capitalista neoliberal a nivel global que reasegure la contratendencia a la caída de la tasa de ganancia de forma ilimitada (al menos en términos geográficos) y la acumulación de capital en manos de las grandes corporaciones transnacionales. Para ello, se tornó necesario generar un sistema institucional que provea la suficiente solidez para el aseguramiento de sostenibles altas tasas de rentabilidad. El ‘capitalismo democrático’, mostrado al mundo a través de las nacientes cadenas de comunicación global como el sistema triunfante, moderno y eficaz, fue la propuesta aceptada mayoritariamente desde las más diversas aristas del globo.Sin embargo, raudamente el proceso neoliberal arremetió contra cualquier tipo de Estado de Bienestar existente y enterró el progreso y los avances hacia un marco de dignidad y desarrollo personal y profesional en términos de lo que una ‘verdadera democracia’ representa como utopía lingüística. Pero lo más grave no es el avasallamiento de los ‘derechos democráticos económicos’ de los más necesitados: sino más bien, la coercitiva respuesta (verbal y física) para con los reclamos por parte de las mayorías desfavorecidas que desean fervientemente la regeneración o el restablecimiento de una digna calidad de vida conforme con los avances socio-económicos que se deberían disfrutar en el Siglo XXI.En definitiva, nos encontramos con un modelo global cuyo objetivo es la estabilización sistémica que asegure el estatus-quo: libertad económica y financiera con seguridad jurídica para reproducir y potenciar la acumulación de capital. La ‘democracia’ y los ‘derechos sociales’ de una sociedad global cada día más inequitativa, han sido relegados a tibias mejoras marginales que permitan minimizar las tensiones sociales.