Publicado en el diario BAE, 24 de Junio de 2008.
Autor: Pablo Kornblum
El domingo pasado han terminado la cadena de consultas autonómicas en cuatro de las nueve regiones del país -Santa Cruz, Beni y Pando le dijeron que sí previamente a los gobiernos autónomos- siento Tarija la última en aprobar por una abrumadora mayoría (las últimas cifras indican alrededor del 80% de los votos) la decisión de terminar, según el prefecto Mario Cossio, con los ?males del centralismo?.
Este ha sido el último paso antes del referendo revocatorio del próximo 10 de Agosto, donde mediante plebiscito, la población decidirá por voto directo y secreto la continuidad de las principales autoridades de la nación (que incluyen el Presidente, Vicepresidente, y los 9 Prefectos Departamentales). Cabe recordar que para mantener sus puestos, los dirigentes no podrán recibir una cifra de votos en contra superior a los sufragios favorables obtenidos cuando fueron elegidos para sus actuales funciones, en diciembre de 2005 (por ejemplo, el mandato del jefe de Estado sólo terminaría si sumara más de 53,7% de boletas contrarias, mientras el rango para los prefectos oscila entre 37,98 % y 48,03%).
¿Que lectura entonces podemos realizar sobre estos dos sucesos?
Por un lado, la amplia victoria de los grupos autonómicos el pasado domingo no han sorprendido a casi nadie. Si Tarija, que concentra el 85% de las reservas de gas de Bolivia, recibe solamente el 11% de regalías por el gas, la lógica indicaría que los ingresos del departamento se incrementaran notablemente en caso de poder disponer de todos sus recursos. Ahora bien, ¿Cómo serán distribuidos estos ingresos extraordinarios entre sus habitantes? Es algo difícil de predecir. Pero seguramente, dentro de la histórica estructura socio-económica y con todo el poder político y mediático, los grupos concentradores de riqueza tratarán de explicar las ventajas y beneficios derivados del ?derrame económico?. Por otro lado, las masas más humildes de la población, en muchos casos dependientes, analfabetas e influidas por los grupos previamente nombrados, seguramente también lo entenderán así.
El presidente Evo Morales, por su parte, ha tomado un camino sorprendente para muchos. Utilizando su envestidura y los poderes que le concede el mandato democrático, podría, si así lo desea, desarrollar las políticas más acordes a su parecer hasta que una nueva elección establezca el cambio de mando.
Pero el primer mandatario entendió que la situación ameritaba una postura diferente. Sabe que los cambios que propone para su país son estructurales y abarcan un proyecto a largo plazo. Estos dos años y medio de gestión, han delineado una clara política para que sea evaluada por cada uno de los bolivianos.
La situación está planteada. Muchos han cuestionado porqué los deseos autonomistas recién salieron a flote ante el primer gobierno Socialista e Indigenista de la historia de Bolivia y no antes. Otros se preguntan si el presidente Morales podrá verdaderamente ir a fondo con las reformas; o la votación es una mera forma para legitimar su poder y lograr la estabilidad necesaria para pacificar el país. En definitiva, dos modelos diferentes de país se debatirán en las urnas el próximo 10 de Agosto.
Lo importante es que cada ciudadano, desde su perspectiva y absorbiendo la mayor cantidad de información verídica sobre las cuestiones vitales y troncales del proyecto a futuro de Bolivia, pueda evaluar que es lo mejor para sus intereses personales y los de la Nación. En este sentido y con seguridad, la victoria será de la democracia. Y en el largo plazo, a través de la continuidad de los ensayos a ?prueba y error? que nos brinda el ejercicio democrático, el triunfo será de todos los bolivianos.