La realidad primó en las elecciones Uruguayas

Publicado en el diario BAE, 27 de Octubre de 2009.

Autor: Pablo Kornblum

Lo interesante de las elecciones del último domingo es que más allá de la ideología, donde un ex guerrillero devenido socialdemócrata se enfrentó a un ex presidente heredero del Consenso de Washington, las visiones contrapuestas no se quedaron enclaustradas en modelos teóricos. En este sentido, la praxis ha podido ser evaluada por toda la sociedad: entre los años 1990 y 1995, el actual candidato Lacalle gobernó al Uruguay; mientras que  su rival Mujica, plantea un continuismo ortodoxo de las políticas del actual presidente Tabaré Vázquez. 

Durante su Gobierno, Lacalle propulsó los postulados neoliberales que se tradujeron en ajustes fiscales y privatizaciones del gas, la pesca y el transporte, como así también aumentos generales de impuestos que provocaron fuertes protestas. A su vez, firmó la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), aunque sólo con la mirada en términos económicos y de mercado, y no como la integración regional política que defienden hoy los mandatarios del área. La grave crisis económica derivó en el fin de mandato sin pena ni gloria, pues su partido perdió los comicios ante el Partido Colorado en 1995, en momentos en que el Frente Amplio, creado a principios de los 70, comenzaba a ascender en forma vertiginosa en las preferencias electorales.

Por otro lado, Mujica es parte de un gobierno que si bien firmó una suerte de Tratado de Libre Comercio con USA que le atrajo un sinnúmero de críticas de todo el abanico de las izquierdas locales y foráneas, ha obtenido logros en el ámbito social y en la disminución de las disparidades. En este sentido, la economía del país goza de un ciclo de alza que acumuló 30% desde 2005. Este alza del PBI (se espera un crecimiento de 1,2% este año a pesar de la crisis internacional) también afectó el área social con una baja del 25 al 20% de la pobreza, el achique del desempleo (cayó a 7,2%) y el control de la inflación. Finalmente, el gobierno del actual presidente Tabaré Vázquez, acompañado por una gestión prolija y montada en los altos precios de las commodities, alentó la exportación y, con el excedente, financió los precios internos. Fue posible porque, después de muchas peleas, idas y venidas, acordó finalmente con productores y distribuidores. Como dijo el economista Fernando Lorenzo, candidato al Ministerio de Economía del Frente Amplio: «el sector privado no puede hacer lo que quiere, pero tampoco podemos ignorarlo».

Aunque ambos contextos dejan en clara evidencia el porqué de una cómoda victoria del Frente Amplio, no se puede obviar la existencia de sectores económicos concentrados que controlan la mayoría de los medios de comunicación y poseen un determinante poder de Lobby a nivel internacional; que como la historia de nuestro continente nos ha enseñado, pueden torcer los destinos de los pueblos latinoamericanos.  

Un punto clave que ha evitado las presiones de estos grupos de interés, es una realidad que les ha mostrado que, más allá de sus simpatías personales, quien gane no es una variable que, en el fondo, les preocupe a la hora de planificar inversiones. Para el empresariado, Uruguay no es ni Bolivia ni Ecuador ni Venezuela. Tiene instituciones de contralor eficientes e independientes, así como un sistema de partidos que controla a los gobiernos. Saben que Mujica no es un outsider , es parte del sistema desde hace 20 años, fue ministro, senador. Su mandato es darles continuidad a las políticas actuales, no refundar la patria como Chávez, Morales o Correa. El punto saliente entonces es que Mujica no es percibido como un antisistema.

El otro bastión en que se ha forjado el actual gobierno y apuntaló a una sólida victoria de Mujica en esta primera vuelta electoral, ha sido el entendimiento empresarial de que en un país cada vez más empobrecido y más desigual, todos se terminan perjudicando. Cuando el mercado interno se deprime, los recursos de capital ociosos se multiplican, y los recursos humanos se auto-expulsan, la micro y macroeconomía sufren por ello. Hasta los que lucran solamente del negocio exportador tienen sus costos a través de una mayor tributación por parte de un Estado ávido de financiamiento para sacar a flote a una economía que languidece.  

Lo reflejado puede explicar la diferencia de casi 20% – Mujica obtuvo entre el 47,5% de los votos, mientras que Lacalle logró entre el 28,5% de los sufragios –  que nos permite entender lo que es ya un claro veredicto, alejado de una coyuntura dialéctica y convertido en una constante de la realidad política nacional: Aunque ajenos a los fundamentalismos, los Uruguayos se alejan cada vez más de las políticas de centro-derecha que tanto daño han provocado a las clases populares durante toda la historia de la su país.