La izquierda Italiana ante el dilema Berlusconi

Publicado en el diario BAE, 13 de Octubre de 2009.

Autor: Pablo Kornblum

El primer ministro deberá ir a Milán a afrontar los procesos penales en su contra, después de que la Corte Constitucional aboliera el miércoles último la ley de inmunidad que lo protegía. Apenas se conoció la decisión, Berlusconi reiteró sus críticas ásperas a los quince jueces de la Corte Constitucional que fallaron por una mayoría de 9 a 6, acusándolos de «izquierdistas».  Hay que recordar que los procesos en su contra van desde la compraventa de películas y series de televisión a través de cuentas en paraísos fiscales, pasando por coimas para evitar declaraciones en procesos en su contra, hasta sobornos para erosionar la competencia de los medios de comunicación opositores.

El análisis para entender la estrategia de un Berlusconi efusivo y combativo, tiene dos grandes aristas que no se salen de la teoría política clásica. Por un lado, uno de sus objetivos es llevar a la ciudadanía a una polarización social que aglutine a los indecisos, para luego desatar un fundamentalismo ideológico que tanto rédito político le ha proporcionado en el pasado. Por otro lado, ha logrado crear una confusión política-ideológica que muestra inconsistencias e incoherencias evidentemente poco visibles para una porción importante de la sociedad.

Este último punto se ve reflejado en su crítica despiadada a lo que el premier denomina “comunismo”, lo que implicaría en teoría oponerse totalmente a un estatismo absoluto basado en el poder popular. Sin embargo, los hechos fácticos indican que su poder político y su imperio económico fueron potenciados en sus años de funcionario público. Si a ello le agregamos sus declaraciones a la prensa la semana pasada, donde aseguró que «el apoyo del pueblo es mi inmunidad» y amenazó con la “ira del pueblo” en caso de que pueda ser juzgado, parece difícil diferenciarlo de algún político de izquierda con vicios tercermundistas.

La gravedad institucional puesta sobre el tapete es altamente contraproducente en una situación de crisis económica y social internacional, de la que Italia no escapa, que requiere de gobernantes que demuestren claridad técnica y promuevan un mayor fortalecimiento institucional. Sin embargo y sin importarles el detrimento de la calidad de vida y los mejores intereses de la mayoría de los italianos, la centro-derecha y los más fervientes liberales anticomunistas parecieran seguir alineados incondicionalmente detrás de su máximo referente.

Ante esta situación, la izquierda podría encontrarse con una gran oportunidad para llegar al poder y lograr las políticas necesarias que promuevan un crecimiento económico con desarrollo social sustentable en el tiempo. Para lograrlo, primero deberá entender y corregir sus principales falencias estructurales. Por un lado, se debe atacar la problemática provocada por la atomización política derivada de las ansias de poder de las diferentes vertientes ideológicas intrínsecas que no pueden lograr un acuerdo superador. Por otro lado, la izquierda se encuentra permanentemente vapuleada debido a su constante funcionalidad a un sistema de crisis cíclicas y falencias socio-institucionales que la han perjudicado a la vista de la ciudadanía. 

El otro tema clave es tratar evitar, a través de ideas claras y un pragmatismo que no debería dañar las bases ideológicas de sus plataformas políticas, el juego teóricamente mañoso que propone el premier Berlusconi. La necesidad de una mayor equidad en la distribución de la riqueza y un desarrollo regional que elimine las diferencias productivas, sumado a un Estado activo y fortalecido que se enfrente a las mafias y a las tensiones sociales/raciales generadas, son políticas que históricamente solo han sido enarboladas por banderas de la izquierda, pero que en la actualidad deberían contar con un amplio consenso social. 

Finalmente, dependerá de la ciudadanía toda entender y acompañar este nuevo proyecto nacional e integrador. Sería una pena que, siendo parte de una Europa desarrollada, pacífica y educada, Italia siga siendo gobernada con políticas y propuestas beligerantes, incoherentes y dañinas para la cohesión social y el bienestar general.