Publicado en el diario El Cronista Comercial, 28 de Enero de 2008 y en Revista Mundo Plural, Septiembre de 2017.
Autor: Pablo Kornblum
http://www.cronista.com/notas/173974-la-importancia-la-educacion-tiempos-crisis–
https://www.yumpu.com/es/document/view/59451551/septiembre-n13
Tiempo pasado, la movilidad social ascendente a través de la educación era la única forma conocida para equiparar positivamente la calidad de vida de los ciudadanos de un país. Hoy en día, la educación (o la falta de) ha pasado a ser solo una variable más dentro del complejo sistema productivo. Poseer el conocimiento o no, ya no implica ni asegura alcanzar una digna calidad de vida.
La actual realidad global da cuenta de ello. En un mundo tan competitivo, la disminución de costos es privilegiada con creces frente a las mejoras de productividad. Tampoco importa si nos referimos al sector primario, la industria o los servicios de alta tecnología. En todos los rubros se necesita personal de distinta capacitación. En todos los rubros, disminuir costos equivale a despedir personal o pagar salarios paupérrimos de subsistencia.
Muchos pensaron en la emigración como la salvación. Paro ya no existen países sin barreras ni indemnes a las crisis económicas, financieras y sociales. Expulsar, terciarizar y fusionar son palabras que retumban e imparten temor en los trabajadores de toda índole en cada uno de los confines de la tierra.
Los Estados tratan de defender, muchas veces inútilmente, las fuentes de empleo. Pero la globalización involucra a muchos actores, muchos veces más poderosos y determinantes, en un escenario internacional que se encuentra enmarcado en continuas luchas por el poder y la distribución de recursos.
En este sentido, los gobernantes de los países desarrollados se sienten atrapados: por un lado, ante la necesidad de ser competitivos; como contraparte, al ser los destinatarios de los reclamos de ciudadanos concientes de derechos otrora adquiridos desde la instauración de los Estados de Bienestar el siglo pasado.
En nuestra región, la situación no es más alentadora. Sin un Estado que pueda (o muchas veces sin siquiera sentirse obligado) a defenderlos ante un mercado que los asfixia, una gran cantidad de trabajadores de toda América Latina busca alternativas y oportunidades que les brinden una mejor calidad de vida. Con limitado acceso al capital y al crédito, y con su capacidad como única herramienta de trabajo, la educación vuelve a tener ese papel fundamental al ser la única opción válida que les pueda brindar la posibilidad de crecer y desarrollarse, ya sea tanto material como profesionalmente.
Entre tanto panorama sombrío, podemos observar una luz de esperanza al final del túnel. Aunque una mayor y mejor educación ya no sea sinónimo de bienestar económico, una persona más educada seguramente comprenderá mejor el contexto en el que vive y se desenvuelve. En este sentido, no solo encontrará seguramente mejores soluciones para sus propias necesidades: también obtendrá una mayor capacidad para discernir en el momento que deba elegir a los gobernantes que lleven a cabo las políticas acordes para lograr los cambios necesarios y, de esta manera, poder solucionar de raíz esta problemática estructural que padecen actualmente millones de personas en todo el mundo.