Publicado en el diario BAE, 4 de Marzo de 2008.
Autor: Pablo Kornblum
Los Estados Unidos es un país conformado por un crisol de razas y culturas. Desde los principios de su historia y durante los diferentes procesos históricos, inmigrantes provenientes de los cinco continentes han tenido una importante relevancia en la historia política, económica y social del país, haciendo de la inmigración un factor fundamental para el crecimiento y desarrollo de la Nación.
Cuando nos referimos a la comunidad Latina, existe un motivo que la distingue y la hace única en relación a los otros grupos de inmigrantes. Por su número, ubicación geográfica e importancia económica, los Latinoamericanos, a diferencia de otros grupos, no solo influyen en los asuntos domésticos; tanto sus decisiones como las políticas gubernamentales aplicadas sobre ellos, tienen implicancias que van más allá de las fronteras norteamericanas.
En las próximas semanas, las primarias republicanas y demócratas llegarán a los Estados del sur, y la pelea de los candidatos por el voto hispano será clave para la obtención de delegados que luego elegirán a su próximo representante para los comicios presidenciales del próximo mes de Noviembre. En este sentido, ¿Qué implicancias puede tener una decisiva participación del voto Hispano? ¿Como podrán verse afectadas las relaciones de los Estados Unidos con el resto de los gobiernos Centroamericanos?
Para la mayoría de los países de Centroamérica, las remesas se encuentran entre las tres primeras fuentes de ingreso. La constancia e intensidad de las mismas son claves para el desarrollo económico y social de cada uno de los Estados de la región. Por otro lado, sus gobiernos saben que cualquier cambio de política norteamericana que afecte a sus ciudadanos radicados en los Estados Unidos, indefectiblemente tendrá consecuencias sobre cada una de sus respectivas naciones.
Sin embargo, parecería ser poco (o por lo menos es lo que ha sucedido hasta estos días) lo que sus decisiones políticas puedan afectar. Con excepción de Méjico, que por su poderío económico (tanto a nivel empresarial como por su disponibilidad de mano de obra) puede influenciar sobre el poderoso país del Norte, el resto de los países, por su escasa importancia en la arena internacional, solo se han dedicado a observar en un estado de pasividad casi absoluta, las decisiones de política regional de cada uno de los gobiernos norteamericanos de turno a lo largo de las últimas décadas.
Ahora bien, ¿Pueden los gobiernos de la región ser más que meros espectadores? La respuesta sería positiva si se pudiera lograr que los mismos aplicaran políticas activas para con sus conciudadanos que residen en los Estados Unidos; ellos pueden ser los que posean la capacidad de realizar importantes cambios que beneficien a sus países de origen. Esto se debe a que la mayoría de los latinoamericanos tiene un fuerte sentido de pertenencia, siendo además muy apegado a sus orígenes y a su cultura. Por otro lado, no debemos olvidar que gran parte de los emigrantes tiene familia que permanece en Centroamérica, siendo estas económicamente dependientes de ellos en la mayoría de los casos.
Tenemos entonces dos puntos centrales en los que los diversos gobiernos de la región se deben centrar. Por un lado, si los mismos aplicarán políticas que logren efectos positivos en los indicadores socio-económicos y en las condiciones de vida de sus familiares, como así también mejoras institucionales que provoquen una mayor seguridad jurídica, la confianza de los emigrantes en sus países de origen aumentará, y esto conllevará a un aumento en las remesas e inversiones por parte de los mismos.
Desde otra perspectiva, si los emigrantes observan que sus gobiernos de origen promueven políticas que mejoran la fluidez de los canales bilaterales (tanto de flujos financieros como de personas), además de que la cuestión migratoria se traslade al tope de la agenda diplomática, se generará un incentivo que derivará en una automática presión de los grupos hispanos para que el gobierno triunfador de las próximas elecciones norteamericanas vuelva a enfocarse en la problemática regional como un todo (desde aspectos migratorios, pasando por los comerciales y económico-financieros, hasta los estructurales-institucionales).
En definitiva, ¿podemos esperar efectos positivos para los países de la región de estas elecciones? Lo que queda claro es que la presencia de la comunidad hispana está ganando terreno en importancia en muchas de las variables claves que afectan a la mayor superpotencia del mundo. Extrañamente para los Realistas, mucho dependerá de este actor no estatal el futuro de las relaciones entre los Estados Unidos y el resto de los países de la región. Contradictoriamente, aquellos que por la incapacidad de sus propios gobiernos tuvieron que marcharse en el pasado buscando una calidad de vida digna, hoy pueden ser los responsables de las mejoras significativas que sus países de origen necesitan de cara al futuro.