Realidades de las migraciones en el Mercosur

Publicado en el diario EL CRONISTA COMERCIAL, 18 de Febrero de 2008.

Autor: Pablo Kornblum

La compleja realidad migratoria ha sido escasamente tratada dentro de la agenda principal de las reuniones del MERCOSUR, ya que otros temas (muchas veces con razón) tienen la prioridad o la urgencia en cuanto a las problemáticas de nuestra región. Por otro lado, vemos que otras regiones más desarrolladas del planeta (como son la Unión Europea o Norteamérica), ya se encuentran lidiando con una situación que continuará mientras las disparidades en la calidad de vida de las poblaciones permanezcan. Ahora bien, ¿Cuál ha sido y es actualmente la situación en los países de nuestra región? ¿Qué políticas migratorias individuales o en conjunto deben ser tomadas? 

El Mercosur tiene una importante traba endógena en lo referido a las migraciones masivas. En este sentido, ningún país esta lo suficientemente desarrollado ni promete mejoras sustanciales en la calidad de vida como para atraer a miles de ciudadanos de los otros países del bloque. Igualmente, la historia indica que desde hace más de un siglo que existen las migraciones interestatales en nuestra región, y que en la mayoría de los casos, los flujos han partido desde los países con mercados más pequeños hacia los más grandes (Uruguayos y Paraguayos hacia Argentina, o Paraguayos que han emigrado al Brasil), ya que allí los migrantes encuentran mayores posibilidades de empleo. El otro factor que ha fomentado las migraciones ha sido las diferencias en los tipos de cambio y la fortaleza/debilidad de las monedas. Sin ir más lejos, durante el período de convertibilidad en la Argentina de la década pasada, miles de ciudadanos Paraguayos cruzaron las fronteras para trabajar en la industria de la construcción y el empleo doméstico, remitiendo dólares y de esta manera permitiendo que familias enteras puedan subsistir en su tierra natal. 

Hoy en día la situación no ha variado en demasía. Los inmigrantes de los países del bloque siguen siendo uno de los grupos poblacionales más vulnerables. La mayoría realiza los empleos menos calificados y sufre los mayores abusos discriminatorios al momento relacionarse con el resto de los grupos sociales y los diversos actores gubernamentales. Ya sea porque los países emisores se focalizan en problemáticas de mayor envergadura, o porque los gobernantes de países receptores saben que la mayoría de los inmigrantes son indocumentados y no votan (además de que el tratamiento y apoyo a temas que conciernen a estos grupos minoritarios no suele acarrear rédito político por parte de la comunidad local), los inmigrantes se encuentran huérfanos de políticas públicas que les proporcionen la contención social y jurídica necesaria para la adaptación al medio local; como así tampoco una planificación de desarrollo personal a mediano y largo plazo (esto es, que involucre la inserción definitiva en el país de adopción o el regreso a su lugar de origen).   

Un importante primer paso será, con mayor educación, lograr derribar y eliminar definitivamente las barreras étnicas y raciales. Además, es de suma importancia la comprensión y difusión de los datos estadísticos fehacientes que desmitifican a los inmigrantes como causales de la desocupación. Luego, la creación de secretarias o agencias en cada uno de los países del bloque dedicadas a las implicancias de la inmigración domésticas e internacionales, conllevará per ser una agenda bilateral para el tratamiento continuo de la problemática. Finalmente, las políticas que promuevan el bienestar y la igualdad de derechos con los ciudadanos nativos, traerán una sustancial mejora en la calidad de vida de los inmigrantes y sus familias en los países de origen; además de una mejora en las relaciones entre gobiernos que ven a sus ciudadanos cuidados y respetados más allá de sus fronteras. Ese cuidado que de haberse producido con anterioridad dentro de sus fronteras, hubiera sido una eficaz barrera preventiva a la emigración originaria.