El miedo como política a nivel internacional

Publicado en el diario BAE, 19 de Mayo de 2009.

Autor: Pablo Kornblum

Existen dos grandes métodos para dominar un Estado; la coerción y/o la analfabetización de sus habitantes. En diversos momentos de la historia contemporánea, con uno solo de ellos bastaba para alcanzar los objetivos de sus propulsores. La coerción durante las épocas más oscuras del estalinismo soviético es un claro ejemplo. Por otro lado, la década neoliberal pasada nos ha enseñado a los argentinos que mantener una ciudadanía ignorante y ajena acarreó resultados coyunturales positivos para los gobernantes de turno.

Pero la complejidad del siglo XXI ha conllevado a la necesidad de la aplicación de ambos métodos en forma conjunta para lograr la efectividad que los partidos políticos y los grupos de interés requieren. El trabajo de los mismos es fino y mucha veces difuso; cuesta poder discernir para el común de la ciudadanía a los verdaderos beneficiados y perjudicados.

Entre los ejemplos que podemos mencionar, el miedo siempre ha sido un excelente negocio del que pocos ciudadanos piensan ahorrar. El presidente George W. Bush casi no ha percibido resistencia en sus 8 años al frente del poder a pesar del enorme gasto militar destinado a la guerra contra el terrorismo. Y para el año fiscal 2009, el departamento de Defensa estadounidense solicitó un presupuesto de defensa de 515.000 millones de dólares más otros 70.000 millones adicionales «para cubrir los costes de guerra en los primeros meses de la nueva administración”.

No podemos dejar de mencionar el actual temor de los italianos por la perdida de empleos y el incremento de la inseguridad. Estos hechos le han posibilitado a Berlusconi contar con luz verde para promover sus políticas anti-inmigratorias. Sin ir más lejos, la semana pasada la Cámara Baja del Parlamento aprobó, bajo la presión de la extrema derecha, la controvertida ley de Seguridad y Extranjería que tipifica la inmigración ilegal como delito y permite la formación de patrullas locales contra el crimen, integradas por civiles. Esta ley crea un delito «de inmigración y estancia» clandestinas, reprimido con una multa de entre 5.000 y 10.000 euros, y que vuelve posible la denuncia ante la justicia de inmigrantes en situación irregular. Lo que pocos se han preguntado es si los recursos a cuenta gotas generados con las multas podrán cubrir los millones de Euros anuales destinados por el gobierno italiano para mantener esta red anti-inmigrante (fuerzas de seguridad, legislación, justicia, etc.). Pero al premier Berlusconi, poco parece importarte mientras reciba rédito político. Según él, un 76% de los italianos apoya esta posición.

Finalmente, el dinero de los países desarrollados destinados a combatir pandemias históricamente circunscriptas al tercer mundo, tiene como objetivo brindar una tranquilidad extra a sus ciudadanos, temerosos y cautivados por las informaciones exacerbadas que llegan a través de las cadenas de noticias internacionales. Sin ir más lejos y según informó el ministro de Economía de México, Agustín Carstens, el Banco Mundial, con la anuencia de los países más industrializados del mundo, ya le ha prestado al gobierno mejicano 205 millones de dólares para ayudar a combatir la gripe porcina.

Sin embargo, el entender las necesidades de financiamiento y el conocer a los actores involucrados, nos posibilitan observar con mayor claridad el panorama. Las guerras y sus derivados que entran en escena a través de ex militares ligados a empresas de seguridad, el Lobby de los miembros de la poderosa industria farmacéutica para promover el negocio de los medicamentos, y el gasto gubernamental y sus injerencias políticas buscando réditos electorales, son factores que movilizan enormes flujos de dinero a nivel mundial y nos ilustran un panorama donde los intereses guían las políticas que embeben a la ciudadanía.

En definitiva, podemos afirmar que el miedo se ha globalizado y transformado en un negocio concentrador de riqueza del que solo una elite selecta se beneficia. Mientras tanto, los costos se socializan entre millones de personas de las más diversas nacionalidades, que sin tener la certeza de una realidad muchas veces disfrazada, solo intentan defenderse pagando sus impuestos y esperando que sus países los protejan de todos los males mediáticos globalizados que nos trajo este siglo.