Publicado en el diario El Cronista Comercial, 3 de Junio de 2009.
Autor: Pablo Kornblum
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El mundo busca todavía una respuesta lógica y plausible que permita volver a estabilizar positivamente el ciclo económico. Especialistas ya indican que si el capitalismo quiere seguir funcionando a nivel global, algunos cambios son necesarios y urgentes. El derrumbe actual que no visualiza punto de retorno y está arrastrando a millones de personas al desempleo y la pobreza, conllevará indefectiblemente a consecuencias negativas inimaginables si no hace algo al respecto.
Para comenzar, las regulaciones son fundamentales. Si los grandes grupos económicos fuerzan al sistema al extremo para maximizar sus beneficios a costa de maniobras fraudulentas de sus directivos para engañar a sus propios accionistas, competidores y a los entes de estatales de regulación, las perdidas para la economía como un todo pueden ser impredecibles. Cuando las burbujas financieras explotan, la crisis macroeconómica y los descalabros sistémicos conllevan a la pobreza y desocupación a millones de seres humanos, mientras que solo una elite privilegiada con intereses e información exclusiva del mercado y sus activos, puede observar desde su inmunidad las catástrofes que invaden a la economía real.
En un segundo punto, el foco del debate se debe centrar en la distribución de la riqueza. Es obsceno e inadmisible que en la mayoría de los países del mundo, una minoría se enriquezca y millones sobrevivan, a duras penas, con los mínimos recursos para levantarse al día siguiente. En los albores del siglo XXI, ya son más que conocidas las políticas redistributivas y de inversión necesarias para cerrar la brecha social y proveer trabajo y calidad de vida dignos para la ciudadanía. Solo falta que gobiernos serios establezcan las prioridades necesarias para el logro definitivo de estos objetivos.
El último tema importante que debemos tratar es la moral y la ética dentro de un sistema que precisamente no pregona estos valores. El consumismo desmedido e innecesario que potencia el círculo vicioso detentado por una clase media alienada, puede tener un final abrupto cuando la crisis mundial transforme a millones de asalariados y pequeños comerciantes en parte de la gran masa de excluidos. Salirse del paradigma reinante parece ser la solución. El fomentar el desarrollo personal y profesional, se debe complementar con la provisión de los bienes materiales lógicos y necesarios para el transcurso diario de la vida humana. El resto es simplemente dejar fluir al orden natural del ser humano, con los valores familiares y culturales que le asigna cada sociedad.
Una vez sentadas las bases a nivel global, las relaciones intra e internacionales fluirán dentro de un marco de armonía y sustentabilidad. El objetivo, aunque los factores antes mencionados no entren dentro de los esquemas de muchos economistas ortodoxos, sería encontrar una dinámica racional con la cuota necesaria de sustentabilidad social. Ese sistema que respete los derechos de todos, absolutamente todos, los seres humanos que habitan en este planeta.