El doble juego de la democracia

Publicado en el diario BAE, 5 de Agosto de 2008.

Autor: Pablo Kornblum

El próximo 10 de Agosto, Bolivia celebrará un referendo para decidir la continuidad o revocación del mandato de Morales, de su vicepresidente, Álvaro García Linera y de 8 de los 9 prefectos (gobernadores) del país. El referendo fue pedido por la oposición a Evo, pero cuando ésta comprendió su error político, dada la enorme popularidad del presidente, decidió dar marcha atrás. Y aunque a mediados de julio, Silvia Salame, la única magistrada que queda en el Tribunal Constitucional tras las renuncias de sus colegas, ordenó a la Corte Nacional Electoral frenar el revocatorio, el organismo rechazó su pedido ya que el referendo había sido aprobado con anterioridad por el Congreso Nacional.

Una característica de las democracias consolidadas es el respeto que tienen gobernantes y gobernados por las instituciones y leyes que rigen al país. Los términos electorales fijados por las respectivas constituciones tienen su razón de ser, y comprenden una serie de variables que determinan la temporalidad necesaria para que el proceso en el cual se desarrolla la Nación pueda completarse de la manera más eficiente y productiva posible.

América Latina no puede hacerse gala de ello. En los casi dos siglos de historia que tienen la mayoría de las repúblicas de la región, las interrupciones a los procesos democráticos han sido frecuentes. Cuando los intereses tanto de las elites locales como de las potencias dominantes extranjeras han corrido peligro, la interrupción de los procesos democráticos ha sido el camino elegido para proteger los beneficios del status-quo.
Para citar solo algunos ejemplos, nos podemos referir al apoyo que han recibido los militares por parte del sector primario en varios de los golpes de Estado que ha sufrido nuestro país; o la determinante decisión de los Estados Unidos para eliminar cualquier atisbo de socialismo en nuestra región, colaborando activamente en el derrocamiento del presidente chileno elegido democráticamente, Salvador Allende.  

La democracia Boliviana por su parte, se ha desarrollado con relativa estabilidad en las últimas décadas; donde las elites gobernantes y los minoritarios grupos concentradores de riqueza recibían todos los beneficios económicos, además de contar con el apoyo y control total del aparato del Estado.
Pero en las últimas elecciones presidenciales, una mayoría empobrecida y cansada de las desigualdades y la falta de un horizonte esperanzador para su futuro y el de sus familias, supero un pasado de ignorancia y obediencia y llevó a Evo Morales a convertirse en el primer presidente indígena en la historia de Bolivia.

Ante esta situación nunca antes vivida, los grupos concentrados se vieron afectados por los efectos redistributivos de las políticas gubernamentales. Pero una respuesta antidemocrática sería ilegitima y despertaría el rechazo de toda la comunidad internacional. Por lo tanto, la decisión de estas elites políticas y económicas ha sido combatir este modelo con más democracia y realizaron elecciones para apoyar un proceso autonómico, aunque ello haya implicado una falta al no respetar los tiempos electorales constitucionales. El presidente Morales aceptó y redobló la apuesta, dejando que el pueblo tenga la última palabra el próximo 10 de Agosto. Sin embargo, a pocos días del referendo revocatorio los prefectos se vuelven a oponer terminantemente ante los efectos negativos que se derivarían de una posible derrota.  

La democracia implica equidad. Como ocurre con los países más desarrollados, el respetar los tiempos y reglas institucionales y constitucionales basadas en un Estado de derecho y democrático, representa el escenario ideal. La opción democrática que esta viviendo Bolivia en la actualidad podría ser denominada como la de ?segundo mejor?. Ante una situación estructural de tanta inestabilidad como la que vivimos en nuestra región, esta opción alternativa también es positiva en cuanto al aprendizaje de los pueblos en la búsqueda de más y mejores soluciones para los graves problemas que aquejan al país, como son la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. Solo cabe preguntarse entonces, ante tantas idas y venidas, discusiones, rechazos y aceptaciones, si este es realmente el objetivo último de todos los sectores y partidos que participarán en la contienda electoral.