Comentario de Pablo Kornblum publicado en el diario La Nacion
https://www.lanacion.com.ar/2161816-la-estacion-espacial-china-secretos-de-la-base-en-neuquen
La carrera espacial china no puede ir desasociada con su conglomerado de intereses globales: el avance en cada escenario del planeta conlleva una impronta económica, financiera, comercial, diplomática, cultural y militar. Tanto es así que a su vez existe un entramado intrínseco dentro de cada empresa, donde economistas, militares, físicos e ingenieros de primera y segunda línea de diferentes ministerios ocupan los directorios de las empresas trasnacionales.
Por otro lado y más allá de la relevancia que puedan tener para la Argentina el swap, las inversiones en infraestructura, o las exportaciones de soja, la base espacial china tiene una connotación especial por una serie de factores: 1) dado el secretismo y la complejidad para su ingreso y contralor, se ha transformado en una especie de ‘embajada china’ dentro del territorio nacional. 2) la carrera geoespacial es una competencia interestatal del presente y futuro, lo que le permite a la potencia asiática continuar con sus ambiciones en términos de ‘realismo estratégico’. 3) puede ser un espacio de desarrollo de otros proyectos de vital relevancia, como lo es la ciberdefensa/ciberseguridad regional, o mismo a través de una política de proyección económica y militar hacia el continente Antártico.
En tanto los Estados Unidos, la realidad es que en términos geopolíticos, la administración Trump no ha variado mucho de la Obama. Sus dilemas, actualmente con otra intensidad, pasan por Medio Oriente, la península de Corea, China, Rusia y la OTAN. Solo se puede mencionar la temática de los inmigrantes y el muro como cuestión de agenda; ya que ni siquiera se encuentran en foco las graves problemáticas económicas y políticas de Brasil, Venezuela o Nicaragua.
En términos económicos, financieros y comerciales, la región entra en el mismo juego que el resto del mundo: o te adaptas a las reglas estadounidenses, o tienes más para perder que para ganar en la relación bilateral. Por supuesto hay matices como cuando existe cierta afinidad política e ideológica, como es el caso de Argentina, pero de ningún modo se observa una relación ‘win-win’: el exceptuar al país de los aranceles al aluminio y al acero solo mantiene el estatus-quo; el habilitar el préstamo del FMI o la compra de deuda por parte de grandes grupos financieros estadounidenses, genera inexorablemente una deuda futura; mismo aunque se haya habilitado la marginal exportación de limones, por el contrario se encuentra vedada la discusión sobre la problemática en torno a las restricciones al biodiesel.
Dicho esto, no quiere decir que las primeras y segundas líneas diplomáticas y técnicas gubernamentales se encuentren ‘abstraídas’ de lo que ocurre en nuestra región; menos aún del juego de uno de los principales competidores en casi todas las dimensiones del tablero global, como lo es China. Por ende, el avance geopolítico y geoeconómico (mercados, ejes de desarrollo productivo, financiamiento, explotación de recursos naturales, carrera antártica, innovación tecnológica de sistemas, comunicaciones y a nivel espacial, etc.) son observados atentamente y, con seguridad, intentarán por lo menos ‘neutralizarlos’, sino es que toman una posición más activa (como es la base humanitaria estadounidense que se construirá a pocos kilómetros de la base espacial china en la misma provincia de Neuquén).