La educación en Chile: el modelo y sus prioridades


Publicado en Stratfor, el 20 de Septiembre de 2011.

Autor: Pablo Kornblum

http://www.stratfor.com/other_voices/20110920-education-chile-model-and-its-prioritiesLas protestas que se vivencian en Chile no son una problemática de actualidad. El sistema educativo, heredado por la democracia de la dictadura de Augusto Pinochet, ha mantenido en las últimas décadas unas elevadas tasas de financiamiento que impiden que los estudiantes con menos recursos puedan acceder a una educación superior –cabe recordar que en Chile, con 17 millones de habitantes, existen un millón de alumnos en el ámbito universitario e institutos técnicos terciarios-. Si lo logran, deben luego soportar varios años de alto endeudamiento para poder pagar sus estudios, algo que repercute en su futuro y en el de sus propias familias.
En cuanto a la protesta en si, los estudiantes reclaman que el Estado se ocupe del sector (sin delegarlo en los municipios), y que la educación, una de las más caras del mundo según la OCDE, sea gratuita y accesible universalmente para todos los ciudadanos. Para ello, entre las medidas propuestas por los estudiantes se pide que se dupliquen las subvenciones educativas para el año 2018, se incrementen los sueldos de los profesores, y se reduzca la tasa de los créditos con aval Estatal a un 2%, entre otros.
Sin embargo, el punto más álgido de la discusión consiste en que mientras el gobierno propone becas para los alumnos del 40% de hogares de menores ingresos junto con más becas combinadas con créditos para el quintil siguiente (de 40% a 60%), los estudiantes plantean las becas para el 70% de los hogares de menores ingresos – en función de los altos niveles de desigualdad- y créditos solidarios para los alumnos del 30% restante. Es importante destacar que en la actualidad el Estado destina el 4,35% del PBI a la cartera Educativa; en tanto la reforma planteada por el estudiantado implicaría un incremento anual de entre 1,4% y 2,2% del PBI (entre 800 y 1000 millones de dólares anuales en términos actuales).
Al adentrarnos en la discusión, nos encontramos que los datos actuales son marginales para comprender el contexto de lo que representa un modelo de país no muy alejado de lo que han sido las históricas problemáticas latinoamericanas. En esta oportunidad, la bandera de lucha la toman estudiantes universitarios asfixiados por una coyuntura apremiante, que no les brinda otra alternativa que adentrarse en un endeudamiento excesivo para el cual ni siquiera pueden asegurarse un mínimo repago que les permitió alguna vez cumplir el merecido sueño de estudiar, capacitarse y desarrollarse profesional y personalmente. Este contexto deja en claro que no son los jóvenes marginados los que hoy protestan, aquellos que históricamente han tenido un horizonte de corto plazo; son las clases medias –o lo que queda de ellas-, que encuentran en el sistema educativo las barreras y el reflejo de un modelo de país socio-económicamente desigual e inequitativo.
Y aunque el gobierno se escude afirmando que cualquier política social que implica un incremento del gasto debe necesariamente tener asociado fuentes de financiamiento y fondos de estabilización, el hecho no deja de ser un fiel reflejo del conservadurismo que intenta mantener un status-quo regresivamente pragmático. En este sentido ‘libertario’, el presidente ha mencionado que “estatizar o monopolizar por parte del Estado la educación en nuestro país, es un atentado, no solamente a la calidad, sino a la libertad y a la equidad en la educación”. Lo que no menciona Piñera es que la simple razón de la existencia de un mercado de lucro dentro del sistema educativo, se relaciona directamente con un Estado que no ha dado las respuestas apropiadas propias de su responsabilidad. Por ello, es también de extrañar la declaración del primer mandatario sobre las obligaciones del Estado, quien según sus palabras, debería “velar por el financiamiento para que todos los niños y jóvenes de este país puedan acceder a la educación de acuerdo con su esfuerzo y su mérito”. Lo que no indica es que para ello es necesario que la equidad económica exista desde el momento del nacimiento del infante, y no dentro de un marco que incluye altos niveles de pobreza y exclusión social intergeneracionales.
En definitiva, la clave para avanzar sobre una solución sustentable parece centrarse en la priorización de las políticas de Estado. Por un lado, dependerá fundamentalmente si se desea realmente alcanzar un modelo verdaderamente inclusivo que pueda cumplir los sueños de los jóvenes, aquellos que son el futuro de la Nación. Aquellos que hoy en día no acceden a educarse; o aún cuando puedan recibirse, se encuentran con un mercado laboral deprimido y con salarios profesionales bastardeados. Aquellos sobre quienes pesa una deuda financiera enorme, prohibitiva y que genera un factor más en este círculo vicioso de desincentivación social. Por ello, con el análisis del presupuesto en sus manos, es la responsabilidad del gobierno el decidirse a cambiar las estructuras económicas arraigadas; o simplemente, profundizar un modelo que en las últimas décadas solo ha incrementado la brecha entre los que más y menos tienen.