El futuro económico regional luego del triunfo de Rousseff

Publicado en el diario BAE, 02 de Noviembre de 2010.

http://prensa.cancilleria.gov.ar/noticia.php?id=21308224

Autor: Pablo Kornblum

Luego de la victoria del pasado Domingo por parte de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, la continuidad de las políticas económicas aplicadas durante los últimos ocho años parecen estar aseguradas por cuatro años más. En este sentido, la dinámica actual genera nuevos desafíos y oportunidades para una región que vivencia un momento histórico único para la realidad latinoamericana.    
 
Para comenzar, podemos afirmar que los modelos progresistas de América Latina han fortalecido los mercados internos. Si a ello le agregamos la tendencia creciente de los precios de los commodities a nivel internacional, una mayor integración lograría concatenar recursos productivos y potenciar las economías de escala. Brasil, con un PBI que asciende a U$S 2,1 trillones y una tasa de crecimiento del 7,5% para el corriente año, sería el motor fundamental para arrastrar a los diferentes países de la región a un círculo virtuoso sustentable en el tiempo.

Por otro lado, el Brasil con enormes recursos naturales y productivos es un polo de atracción para los grandes inversores internacionales: la inversión extranjera directa (IED) supera este año los U$S 50.000 millones, sólo por debajo de China en el mundo emergente y la quinta en orden de importancia en el plano mundial. En este sentido, es fundamental aprovechar la posibilidad generada en un momento donde los ojos del mundo se posan en la región, mostrando todas las capacidades y potencialidades que ofrece América Latina. Sin embargo, esta posibilidad actual no ha sido gratuita, sino que se deriva de la histórica estructura socio-económica del sub-desarrollo. A diferencia de los países centrales, los cuales se encuentran en etapas posteriores de desarrollo y donde las políticas macroeconómicas tienen un impacto menor en cuanto a las posibilidades de crecimiento de la economía en su conjunto y el nivel de vida de sus habitantes, el salto cuantitativo y cualitativo de los países sudamericanos se condice con el retraso histórico de economías con mercados internos cautivos y deudas pendientes con grandes masas de la población excluidas.

Otro punto a aprovechar es el hecho que Brasil ya es uno de los grandes centros de formación de capital del sistema capitalista globalizado, con más de un 30% de sus empresas convertidas en transnacionales y con inversiones en el exterior que acumulan un stock de capital superior a los U$S 150.000 millones. Rousseff lo entiende y consolidará el deseo del presidente Lula de un Brasil potencia a nivel regional y mundial. Para los países de la región, será una inmejorable oportunidad de mostrar estabilidad para atraer inversiones brasileñas confiables, tanto estatales como privadas, de largo plazo. Un claro ejemplo ha sido el exitoso préstamo reciente de 342 millones de dólares a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), para colaborar en el desarrollo de un proyecto de generación hidroeléctrica en Nicaragua.

En el mismo sentido, la idea de fomentar los lazos de países en vías de desarrollo, con una historia geográfica-cultural y política común, tiene dos lecturas: A) por un lado, el deseo de un dialogo justo entre pares que tienen necesidades comunes pero quieren construir bases económicas sólidas para salir adelante. B) por el otro, evitar las relaciones económicas con países centrales, los cuales se encuentran en muchos casos viciados de soberbia y alejados de un crecimiento económico promisorio a futuro dado su nivel de desarrollo y la dinámica actual del sistema económico mundial. El estimular tratados regionales cuando el sistema multilateral se encuentra estancado en discusiones (más políticas que técnicas) que provocan retrasos y desestimulan las transacciones internacionales, sería sustancial, por ejemplo, para avanzar hacia una nueva moneda común regional que evite las devaluaciones competitivas, o para estimular la institucionalización de códigos comerciales comunes en toda la región.

Finalmente, no podemos dejar de recalcar que Brasil ha sido un ejemplo y su propio presidente Lula, expresándolo en un discurso hace unas semanas, se enorgullecía de ello: “…el que venga a Brasil podrá aprender cómo es que se hace política económica con seriedad, cómo se unen exportaciones con crecimiento económico, cómo se unen control de la inflación con distribución del ingreso…”. Para continuar en este camino, Rousseff comprende que en el actual contexto mundial, una integración regional apropiada será fundamental para las aspiraciones económicas, tanto domésticas como internacionales, del gigante sudamericano.  Es hora de que el resto de los países de la región imiten a Brasil y se unan de manera coordinada e inteligente, en un proyecto latinoamericano que permita avanzar hacia un próximo estadio de crecimiento y desarrollo sustentable.