Un dilema histórico estructural resucitado por los medios

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Aunque 366.402 personas llegaron a Europa por el Mediterráneo en lo que va del año (sin contar las 2800 que murieron durante la travesía), las problemáticas políticas, religiosas y económicas no son actuales. Es interesante entonces poner una vez más sobre el tapete la importancia de los medios de comunicación global y los intereses en juego dentro del sistema- mundo en que vivimos. Pero más importante aún, el destacar lo riesgoso para los que tienen verdadero poder decisorio el admitir y sacar a luz las causales del dilema migratorio; en lugar de trabajar sobre unas consecuencias que los exculpan.
En este sentido, la deuda colonial y poscolonial, económica y moral de las potencias, se entremezcla con Estados Fallidos y gobernantes más fallidos aún. En el medio, el gran negocio de la trata de personas, que mueve cerca de 10 mil millones de dólares al año. Contrabandistas, funcionarios policiales y aduaneros, y políticos de turno, todos detrás de una industria que crece al compás de la deuda socio-económica global.
Claramente se necesita un nuevo modo de comprender y hacer el mundo: los excluidos económicos, los que huyen de la guerra, los que no tienen voz; todos temas centrales que deben sentar las bases para generar un círculo virtuoso que verdaderamente ponga a la equidad y al ser humano como prioridad. Después se podrá discutir si el inmigrante es positivo o negativo en términos del cambio cultural (amplitud religiosa), económico (seguridad social), u otra temática de análisis que requiera un tratamiento puntual y puntilloso.
Sin embargo, lo importante para los que detentan la capacidad de cambiar la realidad pareciera ser justamente lo contrario: que las políticas marginales propuestas no impacten sobre el estatus-quo. Que los inmigrantes no alteren el equilibrio fiscal, como indicó la Canciller Alemana Ángela Merkel. O que el procedimiento de investigación de seguridad de los Estados Unidos se asegure que solo los refugiados desesperados —y no extremistas de grupos como ISIS— lleguen a suelo estadounidense. O la condición Polaca que todos los inmigrantes sean cristianos. En fin, no sea que el futuro sea radicalmente diferente al presente, aunque este deje mucho que desear.