El lema de evitar siempre la raíz del problema

Autor: Pablo Kornblum, Publicado en el Diario Tiempo Argentino el 6 de Julio de 2014.

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Mientras la cifra de niños centroamericanos que han cruzado la frontera desde México hacia los Estados Unidos ha llegado al escalofriante número de 52.000 desde el pasado Octubre, la reforma migratoria se encuentra, por un lado, ‘encorsetada’ bajo un asunto de seguridad nacional a través de un bloqueo político-partidista republicano en el Congreso; y por el otro, en torno a un vacío discurso progresista oficialista, quien ha pesar de centrarse en la grave ‘crisis humanitaria’, ha expulsado a más de dos millones de indocumentados desde que llegó a la Casa Blanca.
Como contraparte externo, de nada parecen servir los 130 millones de dólares anuales de asistencia estadounidense enviada a El Salvador, Honduras y Guatemala en concepto de asistencia bilateral, ya que su destino retórico queda solo en palabras: una serie de programas relacionados con la salud, la educación, el cambio climático, la cooperación militar, el crecimiento económico y la democracia son, en el mejor de los casos – fuera de los vicios de la corrupción y la ineficiencia endémica -, insuficientes.

Lo único certero es que los padres están dispuestos a arriesgar la vida de sus hijos, porque lo que hay en sus países de origen es más peligroso de lo que puede ocurrir en el camino hacia la tierra prometida. Los datos hablan por sí solos: Centroamérica tiene una población estimada de 19 millones de menores de edad, de los cuales aproximadamente un 65% vive en condiciones de pobreza y un 33% lo hace enmarcado en la indigencia.

Una pregunta superadora nos debe hacer reflexionar hasta qué punto las cada vez mayoritarias clases marginadas del bienestar soportan la pauperización y las inequidades crecientes; lo que a su vez, conlleva inevitablemente a evaluar el límite a partir del cual las clases dominantes ya no pueden sostener el control social tan anhelado por los conservadores del estatus-quo sistémico.
Para estos últimos, el objetivo es generar, en términos globales, un equilibrio justo para con un modelo que converja hacia la subsistencia de las masas, entre tanto se logra que el factor ‘ser humano’ deje de ser una preocupación para la estabilidad del proceso de acumulación. Por ello, el lema de la diplomacia bilateral estadounidense ha sido el saludar las políticas de aquellos gobernantes centroamericanos que han explicitado claramente los peligros de una migración ‘anárquica y peligrosa’.
El objetivo entonces es homogéneo para todos los gobiernos de poca voluntad del planeta: cercar el margen maniobra de los más subversivos, al tiempo que desvían la atención social de las verdaderas problemáticas estructurales. Por ello, la clave es entender que las mismas nada tienen que ver con la coyuntura. El debate que debe suscitarse es sobre la inviabilidad moral de la estructura orgánica, aquella donde la desigualdad provocada es la norma y no la excepción, y donde el sufrimiento se disemina rápidamente por las almas de aquellos que buscan en otros lares, con justo derecho, una vida mejor.